lunes, 6 de octubre de 2008

La región turca del Egeo: la bisagra del mundo



Dicen que Herodoto, el primer reportero de la historia nació en Halicarnaso, ciudad conocida hoy en día como Bodrum, y que se ha convertido en el corazón turístico de la costa occidental de Turquía.
El Castillo de San Pedro, divide la bahía en dos. Fue construida por los Caballeros de la Orden de San Juan sobre las ruinas de la Tumba de Mausolo, una de las siete maravillas del mundo antiguo. Mausolo fue gobernador de la Caria, un territorio que se mantuvo independiente durante bastante tiempo. En cambio, cuando nació Herodoto, la costa del Mar Egeo era ya la bisagra del mundo, lo que divida y por lo que luchaban Oriente y Occidente.
Las cinco torres del castillo simbolizan las cinco nacionalidades de sus habitantes. Dicen que esta parte de Turquía es Europa salpicada de mezquitas o Asia sembrada de templos griegos y romanos.
La región del Egeo siempre ha estado entre la tensión entre dos mundos. Un buen ejemplo es la ciudad de Izmir, la antigua Esmirna. El símbolo de la ciudad es la Torre del Reloj, desde donde los sultanes otomanos animaban a sus súbditos a regirse por los horarios europeos. La ciudad posee el segundo puerto comercial más importante después de Estambul.
Destaca también la ciudad de Pérgamo que llegó a convertirse en la capital del Imperio Romano de Asia. Aquí podemos visitar el altar de Zeus o el Templo de Atenea. O el espectacular Templo de Trajano, construido por completo en la época romana.
70 kilómetros al sur de Izmir, se encuentra Efeso donde encontramos la llamada Biblioteca de Celso. Su entrada está custodiada por las diosas de la sabiduría, la virtud, el intelecto y el conocimiento. La entrada a Efeso permite llegar al Templo de Adriano. A 8 kilómetros hay una pequeña casa de piedra donde dicen que la Virgen María pasó sus últimos años de vida. En un pequeño pueblo llamada Meryemana.
Hacia el interior, a unos 150 kilómetros de Efeso hallamos el Pamukkale, o castillo de algodón. Las famosas terrazas tienen su origen en el brote de aguas termales del interior de la montaña. Este acantilado de caprichosas formas alcanza los 200 metros de altitud. A unos metros de Pamukkale se encuentra la antigua ciudad griega termal de Hierápolis, declarada Patrimonio de la Humanidad.

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