Barrio del Vedado, en el corazón de La Habana
Cada barrio de La Habana conserva su esencia y acaba traslandonos a una época diferente.
El Vedado alcanzó su esplandor gracias al azúcar y el jeugo.
Este barrio señorial refleja la expansión y la prosperidad que vivió la capital cubana a principios del siglo XX.
Partiendo de La Habana Vieja se fue expandiendo a lo largo del malecón.
La aristocracia local se mudó hacia esta zona más alejada del centro histórico.
El crecimiento de este barrio se hizó siguiendo estrictas ordenanzas urbanísticas. Entre otros requisitos obligaban a cinco metros de jardín, cuatro metros de portal y aceras de dos metros de ancho como mínimo.
Hoy en día, poco queda del lujo antiguo: pavimentos resquebrajados, décadas de descuido, maleza.. Algunos edificios amenazan ruina, otros están divididos entre varias familias.
Las mansiones se construyeron siguiendo estructuras similares para albergar fiestas y banquetes. Destaca la residencia de la Avenida Paseo, 406, entre las calles 17 y 19, de estilo renacentista. En su construcción se usó arena del Nilo, mármol italiano. El palacio evoca una historia de amor entre la bella Catalina Laza y el rico JUan Pedro Baró. El estreno de su casa, en 1926, celebró una fista de la que se habló durante décadas. Hoy día, el palacio es el bar restaurante Casa de La Amistad, de propiedad estatal.
En el barrio también hay rascacielos, que aunque no superan las 20 plantas, se elevan de sobra sobre el resto de La Habana.
También hubo lujosos hoteles, como el Nacional, donde en 1946 se celebrón una cumbre de los capos de la mafia neoyorkina.
Tras la crisis del 33. la aristocracia cubana se trasladó a Miramar y Cubanacán. Aunque el barrio resurgió en los años 40 y 50 gracias a los casinos de juego controlados por la mafia americana. De esa época destcana los hoteles Riviera y Capri y el Havana Hilton (actual Habana Libre).
2 comentarios:
David...
tenhpo um desafio pra voce:
http://iara-alencar.blogspot.com/2007/10/retrato-falado.html
Sabemos que Cuba y su gente tiene un encanto y un sabor muy particular. Pero es una verdadera lastima que la isla en si, por culpa de un regimen que ya lleva mas de 50 años, sea obligada a perder el encanto de su hurbanismo
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